Enfoque
Vicepresidente regional de IATA para las Américas comparte reflexiones sobre la recuperación durante la crisis
1. En términos sencillos, ¿cómo cree que afectarán los efectos duraderos de esta crisis al ecosistema de la aviación en la región?
Desafortunadamente, los efectos de la COVID-19 suponen un revés enorme para la aviación, especialmente en Latinoamérica y el Caribe. En los últimos años, nuestra industria se ha convertido en un socio muy importante por su contribución al desarrollo económico de la región, que ha permitido que muchas personas vuelen por primera vez en sus vidas. No olvidemos que, a diferencia de Norteamérica, Europa o muchas partes de Asia, aquí no existen otras alternativas comparables para viajar. Y aunque las aerolíneas han comenzado a reanudar lentamente sus operaciones y están restableciendo su red de destinos y la conectividad, no cabe duda de que la accesibilidad a los viajes aéreos se verá afectada ante la imposibilidad de mantener el número de destinos o de frecuencias que las aerolíneas venían ofreciendo antes de esta crisis, a lo que se suman los recortes o el aplazamiento de las inversiones en infraestructuras aéreas.
Sin embargo, en muchos lugares ya operábamos con muchas limitaciones de capacidad antes de la COVID-19, por lo que ahora es el momento de prepararnos para el futuro y no quedarnos rezagados una vez que el tráfico recupere los niveles de 2019 en tres o cuatro años.
2. ¿Qué está haciendo IATA para defender a las aerolíneas y otros socios de la industria de la aviación?
IATA trabaja con todos los gobiernos de la región para asegurar alivio financiero a la industria y colabora con la Organización de Aviación Civil Internacional (OACI) en la elaboración de Take-Off Guidelines, un conjunto de directrices internacionales armonizadas para la reanudación de la industria. Nuestra misión ahora consiste en garantizar que los gobiernos implementen las directrices de la OACI para hacer posible la reanudación de la aviación.
3. Como viajero de negocios, ¿qué podemos hacer para apoyar la industria de la aviación en la región?
La pandemia por COVID-19 nos ha obligado a todos a recurrir al uso de las tecnologías de comunicación disponibles hoy en día. Si bien todos hemos crecido acostumbrados a Zooming, Webexing, MS Teams Meetings, Skyping, Google Meeting, etc., también es cierto que todos nos hemos enfrentado a las limitaciones de estos sistemas. Y dado que el contacto personal es la piedra angular de la cultura de nuestra región, la comunicación virtual no ha hecho más que resaltar la necesidad y los beneficios de las reuniones cara a cara. Por ello, animo a todos a que, tras la reapertura de fronteras, vuelvan a considerar visitar a sus clientes, socios, etc. en persona; eso sí, respetando las recomendaciones sanitarias.
4. ¿Puede tomar ejemplo Latinoamérica de las buenas prácticas en otras regiones cuando se reactiven los viajes en firme?
Latinoamérica ha sido la última región del mundo en verse afectada por el coronavirus y, por lo tanto, creemos que será también la última en salir de esta pandemia. Pero también estamos viendo que los contagios vuelven a aumentar en algunas partes del mundo donde la COVID-19 estaba controlada. En teoría, deberíamos aprender de la experiencia, en especial en Asia y Europa, donde la industria se ha reanudado; sin embargo, muchos gobiernos siguen reacios al “despegue” de la industria. Entendemos perfectamente que la máxima prioridad de los gobiernos es proteger la salud de sus ciudadanos, pero debemos destacar que la industria de la aviación ha actuado con rapidez y de forma coordinada a escala global en la creación de unas directrices que garantizan la seguridad de las operaciones. La experiencia que tenemos a partir de la reanudación de los vuelos en otras partes del mundo, así como de los cientos de vuelos de repatriación hacia y desde Latinoamérica, nos dice que las medidas que se están aplicando proporcionan la confianza que los viajeros necesitan para viajar. Ahora debemos volver a convencer a los gobiernos de que deben dejar a la aviación desempeñar su papel vital como catalizador del desarrollo socioeconómico en toda la región de Latinoamérica y el Caribe.